El pasado 28 de mayo, María Teresa cumplía 100 años celebrándolo con sus familiares y amigos en la que se convirtió en su ciudad adoptiva, Córdoba. Natural de Melilla es conocida por varias familias de Aguilar por ser la madre de Inma la maestra y suegra de Manolo Mejías, antiguo profesor del IES Vicente Núñez.
Mimi, como la conocen sus familiares y amigos ya visitaba nuestro pueblo en la década de los 90 conduciendo su Opel Corsa blanco, su collar de perlas, sus labios y uñas pintadas a juego y su pelo teñido, tal y como la recuerdan las antiguas vecinas de la familia Mejías-Real de la Calle Pozuelo. Muchos veían con asombro como venía a visitar a sus nietos, con los que pasaba horas jugando a la videoconsola, que por aquella época era una Master Sytem II.
Mimi provenía de una familia de emprendedores catalanes que, ante la inestabilidad política desatada tras la Semana Trágica de Barcelona, hizo que cambiaran su domicilio por la ciudad modernista de Melilla donde nació y comenzó a desenvolverse desde pequeña en el trato al público, algo que le sirvió para ganar con el tiempo un viaje por toda Italia, gracias a ser una de las mejores vendedoras de Thermomix.
Mimi cuenta como de niña se saltaba de azotea en azotea hasta llegar a casa de su mejor amiga, con quien se escapaba para alquilar una bicicleta y recorrer las calles de la ciudad modernista. Esto hizo que en sus bodas de plata le pidiera a su marido como regalo sacarse el carnet de conducir y comprarse su primer coche, un NSU. Ahí comenzaba una de sus pasiones que no abandonó hasta la edad de 86 años, muy a su pesar, pero su edad, o sus hijas como ella bien recuerda, le obligaron a dejar aparcado su Opel Corsa de por vida.
Mimi siempre ha sido una persona inquieta y disfrutona, prueba de ello es su afición a la cerveza y alternar por los bares de su barrio, jugar a las videoconsolas e incluso viajar, cuando su estado físico se lo permitía. Ya en el discurso de su cien aniversario recordó a los familiares y amigos allí presentes que no lo habría hecho tan mal para llegar a esa edad rodeada de tanta gente, que la vida no se puede predecir, solo hay que vivirla y que la mejor cerveza es la que uno se toma.
A pesar de haber tenido que despedirse de muchos familiares y amigos, como su marido que falleció a los 72 años como Capitán Honorario de Ingenieros Caballero Mutilado. Una edad temprana si la comparamos con ella, que siempre ha afrontado la vida con alegría, siendo esa la clave de su vitalidad y su longeva historia, la actitud ante las adversidades o como ella siempre nos recuerda, el no beber nunca agua, que además de estar malísima oxida hasta el más duro de los metales.
